domingo, 23 de noviembre de 2008

Devenir. De no venir. De vienen. De vendrá.



Hacemos lo que se puede. Cantan los que logran cantar y escuchan los que merecen estar aquí. Y parece que llevamos toda la vida haciendo este ritual. Porque nos escuchan y, en efecto, están aquí. Cada día, cada hora...

Y es un alivio la constancia. La consistencia. La conciencia. Todo es una celebración. Todo está en la paciencia y en la canción.

Porque vale más hacerle fiestas a la bandera. A los colores. La forma es el fondo y mi gente se ve feliz. Estoy bailando. Ellas aun se ríen. La tribu.

La tribu. El Tráfico. Jana y Johanna. Donovan, Wilson y Young. Zappa con Rubén y sus Jets. El Morrisón en el suave desfile con Zombies. John Martyn y Juan Martínez. Hazlewood. Roy y solo los solitarios. Kerouac escribió el libro del amor. T-Rex. Las Sombras del primer sonido de Crosby. Los Kinks porque tú realmente me tienes. Cowboy Junkies. Elvis con Morfina. Santo con Johnnie. Manilow con chocho.

Me pongo mis estrellas y salgo a caminar. No por comodidad. A veces todavía me detengo. Censura corazón. No n-no no. Mis dedos forjan y el humo rueda. Nos detenemos.

No hay solución, aunque puede ser que pronto haya algún resultado, pero esto ya lo sabemos. Tal vez no necesitamos rescate. Tal vez la inspiración es tuya y a mí me salvó el fuego. Agua has de beber.

Hijos desde siempre. Niños en este instante. Venezuela. Aquí y a punto de siempre. Y yo que lloré por el romance de las calles con sus carritos de cebollas y mala música.

Por favor, dame la mano. Tal vez si me pinto los brazos por gratitud. Tal vez si me siento sobre un cristal. Poco a poco comencemos la revelación.

Un atril, un libro, dos capas, una calavera, zapatos usados, flores secas, mis vinilos, la luna, tus botas, nuestra máscara, los papeles... Y entramos. El suelo de este barco cruje mucho, pero el cielo se despeja y me da gusto no haber dejado la guitarra. Ni la elegancia ni la madera. ¿Ves? Rosas de coco en el cielo. Aunque haya sido hace mucho.

La huella y la palabra. La espada a nuestra merced. Mi vida está en video, pero no he perdido la impresión. Mi padre y mi madre volvieron a crecer. Los textos regresan, la letra se revisa. La abeja en la pipa. Va más allá de mí.

Su piel brilla. Hay genio. Tiene chamuco. Lo sabes. No decepciona. No da de sí. Y así, sí, así, me gusta. El misterio y la niebla. Un estorbo. Como arriba, abajo. Shabat Shalom, baby. Tanto, tanto, tanto...

Devenir. De no venir. De ven. De vienes. De vengan. De vienen. De vendrá.

Al opio regresa el dragón. Y con él regresa la cordura. Busco mi lugar. Hay mucha textura. Unas sombras verdes. Tomo mis tambores y comenzamos otra vez. Y a nosotros nos gusta así ahah. Somos elefante y serpiente semejante, tomando aguardiente en el sol. De una flor gigante.

Somnolencia. Vapor. Presión. Las palmas. Con las palmas. Sangre de algodón. Que avanza. Ojos de limón y lágrimas de lima. Flor blanca, rama negra. Soy el barco, el capitán y la tripulación. Soy la otra herida. Aleluya.

Devenir. De no venir. De ven. De vienes. De vengan. De vienen. De vendrá.





My Dearest Friend

Carmensita

The Other Woman


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2 comentarios:

[ Om ] dijo...

No sé.

Devendra me recuerda a un maestro de la universidad.

Así como un maestro de natación que me aventaba a la piscina con una escoba se parecía a Franco de Vita... y mi madre tan fan de él, con sus viniles con su carota regados por todos lados.

Mar dijo...

Que increíble post. Genialidad absouluta.